
Savino en la mira de los hinchas
El flojo rendimiento produce malos resultados, que en definitiva son la cosecha de una pobre gestión de la política deportiva que llevó a cabo el Consejo de Fútbol. Llegó el momento de barajar y dar de nuevo.
Por Román Perroni
Está claro que el presente futbolístico de San Lorenzo es realmente malo. El equipo no juega a nada. Decir que su nivel es horrible, es darle un calificativo demasiado bondadoso. Porque sinceramente, desde hace tiempo, el Ciclón de Boedo pasó a ser la brisa del bajo Flores. No tiene identidad de juego y, peor aún, no contagia ni transmite nada.
Diego Simeone renunció. En los noventa minutos posteriores, con la incógnita sobre la marcha acerca de quién sería el entrenador de San Lorenzo contra Banfield, el elenco azulgrana volvió a decepcionar, dejando en claro que más allá del ex DT, hay varios jugadores que no merecen seguir vistiendo esta camiseta en el próximo semestre, mientras que quedan al descubierto las falencias del actual proyecto futbolístico, el cual deberá suprimirse en el corto plazo.
El fracaso no es un aborto de la naturaleza. Y no está ligado únicamente a las decisiones del técnico de turno o a las voluntades de los futbolistas, que por cierto son nulas (hace rato que no se ve un equipo tan amargo, que en los rostros de los jugadores se aprecian los mismos gestos en las –continuas- derrotas que en las –escasas- victorias).
El presidente Rafael Savino, líder del proyecto futbolístico, ha dado otro paso en falso y cada vez que decidió, se equivocó. Por caso cuando no intervino, el Ciclón contrató a Ramón Díaz y de inmediato se coronó campeón. La reciente elección de Sebastián Méndez, desconociendo su situación con la profesión de técnico, dejó en evidencia que la improvisación volvió a jugarle una mala pasada al actual Presidente, y que el costo político de esta decisión podría costarle caro, por más de que él no se presentará en las elecciones de diciembre.
Los problemas que hoy padece San Lorenzo son futbolísticos y extra futbolísticos. Los primeros, se ven cada fin de semana. Para peor en este torneo, a veces hay que sufrirlos entre semana, como la noche del miércoles ante el Taladro. Los segundos, se vinculan directamente con el proyecto, que no tiene lineamientos claros acerca de cómo se debe consolidar una estructura para el óptimo desarrollo de un plantel profesional.
El técnico que agarre este fierro caliente, ¿hasta dónde podrá maniobrar si la estructura es líquida? Savino, muchas veces caprichoso en las decisiones, ¿seguirá interviniendo o abrirá el juego? Los jugadores, ¿saben realmente qué camiseta están vistiendo? Son muchas preguntas que preocupan a la familia sanlorencista y sus respuestas aún son más signos de interrogación.
Si estuviésemos en un juego de naipes, lo más saludable sería barajar y dar de nuevo. Hay que irse al mazo con aquellas políticas que no dieron resultados, ni en lo deportivo y menos aún en lo económico. A cortar con las onerosas contrataciones de futbolistas que San Lorenzo expuso en un rol de vidriera, y renegociar urgentemente los contratos de gran parte del plantel, porque nadie rinde en la cancha lo que recoge en los cajeros a fin de mes. Y si no hay arreglo, gracias por los servicios prestados (si es que hay que agradecerles algo…).
Actualmente, quizá, el técnico sea lo de menos. Por cierto, más allá de su pasado velezano, ¿qué responsabilidad tiene hoy Patricio Camps? En la cancha se notó la diferencia entre un campeón y un elenco impresentable. Pasa que uno es campeón porque hace las cosas bien, y el otro se comporta como tal porque sencillamente hace las cosas mal.
Todavía, los juveniles no están del todo listos para ser hombres en la primera del Ciclón. Les falta un poco a todos: Meza, Bazán, Irribarren, Juárez, Reynoso, González, entre otros. Lamentablemente, carecen de espejos. No tienen referentes, líderes y tampoco jugadores que se destaquen, aunque sea, futbolísticamente hablando. Lo peor es que, por sus declaraciones, ellos sí consideran que los que tienen adelante son “jugadores a imitar”. Salvo Bernardo Romeo, a quien no se lo ve como en sus mejores épocas, el resto, no puede ser espejo de nadie.
Vayamos al caso de Banfield, que en sus filas tienen un jugador que fabricó San Lorenzo: Walter Ervitti. Excepcional futbolista, que regresó del extranjero con una notable madurez y que más allá del título que le dio al Taladro, generó una admiración que hoy en Boedo nadie la tiene. Nos preguntamos, ¿qué hace Ervitti en Banfield? Mejor no me pregunto qué hacen varios jugadores en San Lorenzo…
Pablo Migliore, que en la edición de abril de El Gráfico destacó que si va a ver a Boca, va con su familia porque se lo piden sus amigos. “Palermo es el padrino de mi nene”, destacó en esta revista. Claro, muchos dirán: “¡Basta de joder con Migliore, mientras rinda en la cancha todo bien!” Pregunto, ¿qué tiene que ver el lápiz con el tractor?
Un futbolista profesional, más allá del rendimiento que tenga en el campo de juego (Migliore lo hizo bien en líneas generales) es la imagen del club, y lo representa los 365 días del año, y no es ni ético ni saludable para San Lorenzo que presencie un partido de un competidor directo del Ciclón, con el agregado de ser Boca y con todo lo que eso significa. Imagen, esa palabra que tanto se usa hoy en día. Hay que cuidarla, y después que no se hable del marketing si en lo mínimo, no se respetan los cuadros más notorios, como lo es el del arquero del Club Atlético San Lorenzo de Almagro, uno de los clubes con más tradición en el mundo.
Aureliano Torres, de difícil continuidad en San Lorenzo por su malestar con los hinchas, parece no tener solución. No él como futbolista, sino claro está su situación, que, por más mejoría que pueda demostrar, jamás podrá jugar tranquilo y acorde a las expectativas que habrá tenido cuando llegó a San Lorenzo.
Jonathan Bottinelli es uno de los futbolistas mejores pagos del plantel, pero siempre reincide en la falta de conducta, lo cual le costó once expulsiones en su trayectoria. Increíblemente, después de su irresponsabilidad con River en el famoso 8M, se lo premió volviéndolo a comprar a la Sampdoria de Italia.
Quedó demostrado que en San Lorenzo no existen los premios y castigos. O mejor dicho, existen: se premia al que no cumple y se castiga al que cumplió. ¿Ejemplo? Ramón Díaz, campeón con el Ciclón, dijo tras la eliminación de la Libertadores que había que desprenderse de cuatro futbolistas (Orión, Adrián González, Bottinelli y Hirsig). ¿Y qué pasó? Dejaron ir al Pelado y retuvieron al arquero que hizo jueguitos con la Liga y no atajó ningún penal, al defensor que discutió premios en horas de la madrugada y que en el Apertura 2008 no se brindó del todo, al central que se hizo expulsar con River y al volante que después se fue ofendido y llevándose más de un millón de dólares.
Juan Manuel Torres, jugador que no pertenece al club, de prima elevada y que no rinde por sus continuas lesiones. Este torneo jugó poco y nada, y San Lorenzo no está en condiciones de mantener a un futbolista que seguramente tendrá destino europeo.
Cristian Leiva no cumplió con las expectativas y un jugador como él, sobre todo para el puesto en que se desempeña, debería existir diez en las divisiones inferiores.
Leandro Romagnoli tiene el contrato más caro del plantel. No rindió ni un cuarto de lo que fue su primera etapa en San Lorenzo y lo tuvieron que intervenir quirúrgicamente en dos oportunidades. Entrenó casi tantas veces en forma diferenciada que a la par de sus compañeros. Sus fans lo esperan y aseguran que con una “buena pretemporada” (otro estúpido mito del fútbol argentino, eso de “las buenas pretemporadas”), puede volver a ser el de antes. Hace diez meses que regresó y aún se lo espera mientras San Lorenzo le paga lo que no tiene.
Juan Carlos Menseguez pidió renovar por seiscientos mil dólares anuales, aproximadamente. Este torneo, en la cancha jugó como si su valor sea diez veces menor. Una lástima porque había mostrado condiciones en varios partidos, pero su apatía y la mala ubicación que le asignó varias veces Simeone dentro de la cancha, lo ponen como prescindible.
Alejandro Gómez todavía sigue siendo el “Papu”, esperando de él esa explosión que necesita todo jugador. Tiene condiciones, es joven, encarador y atrevido. Podría seguir si, inclusive, regula algunas actitudes extra futbolísticas (su insulto a Fanessi y la expulsión con Colón), pero también tiene un contrato de nivel europeo. Y San Lorenzo está en la Argentina.
La derrota con Banfield es una más. O no, la octava del torneo, en trece partidos. San Lorenzo está anteúltimo, en una de las peores campañas de los últimos años. La falta de un proyecto firme, que sea rígido e imponga roles claros, como el pésimo desempeño del equipo, hace que esta ubicación en la tabla de posiciones sea lógica. Ahora, la dirigencia deberá tomar cartas en el asunto, pronto. Este modelo no funciona, no va más. Y es importante un cambio. No es poco lo que está en juego: el futuro.