sábado, 25 de setembro de 2010
Cuando el acontecimiento supera al decorado de vitrina
El periodista español Fernando Carreño comparó al Ciclón del 46 con el Barcelona actual. "Une la eficacia con la belleza. San Lorenzo causó mucha admiración y fue muy influyente en nuestro fútbol", dijo.
Por Román Perroni
En algunos partidos, la mejor opción es parar la pelota, levantar la cabeza y pensar. Como lo hacía aquel San Lorenzo de 1946 durante su gira por Europa. Algo diferente a estos tiempos, que se juega como se vive: con fricción, trampa, acelerado, sin pausa. Son tiempos en donde la Argentina sufre ese exitismo puro del que no sirve otra cosa que ganar. Y el todo vale, dentro del todo pasa, es doctrina para aquellos que desempeñan una disciplina tan considerable como el fútbol.
Este sistema reinante es respaldado no sólo por sus ejecutores principales, sino también por directores técnicos, dirigentes deportivos, prensa especializada y muchos hinchas que más allá de la pasión van en busca del resultado, porque el fútbol contemporáneo les informa que sólo sirve ganar, sin importar tanto el cómo.
No siempre el egresado con mejor promedio será el más destacado profesional. Hay cosas que las aulas no enseñan, y los títulos muchas veces son meramente decorativos. En el fútbol también sucede lo mismo. Algunos quieren instalar que tal Copa te cataloga como tal otra. Repasando la historia, contextualizándola inclusive, podemos darnos cuenta que hay hechos, situaciones que, sin calificativo o distinción alguno, dejan marcas imborrables, produciendo quiebres que sólo el tiempo y sus consecuencias podrán calificar.
San Lorenzo de Almagro es un nombre que en la enciclopedia del fútbol español se escribe en negrita y hasta con mayúscula. No hizo falta ganar un partido oficial o traer algún trofeo internacional para semejante distinción dentro de la historia de un fútbol que hoy es el más elogiado mundialmente, tras su coronación en el Mundial de Sudáfrica.
Previo al encuentro que hace semanas protagonizaron en Buenos Aires Argentina y España, un periodista del diario Marca, Fernando Carreño, escribió en su blog un artículo que evocó lo realizado por San Lorenzo hace más de setenta años. En resumidas cuentas, esa nota destacaba la influencia de ese equipo azulgrana de 1946 que, durante fines de ese año y principios del siguiente, cambió la mentalidad de los españoles, siendo este hecho “una raíz para el crecimiento del fútbol español”.
Varios equipos ganaron importantes títulos, pero nadie los recuerda. Jamás un profesional de un medio internacional, más neutral que nunca, se atrevería a recordar un éxito que es reiterativo, y cambia de dueño como el sponsor que lo patrocina. Hay acontecimientos que no varían al protagonista. Ni con el paso del tiempo. Son hechos perdurables que gozan de la singularidad mientras otros buscan ser diferentes o lo que no son ni van a ser.
Sin apresurarnos o entrar en comparaciones rebuscadas, San Lorenzo es para el fútbol español lo que es la caída del Imperio Romano de Occidente (476) para la edad antigua. Cuando los romanos caen rendidos ante los bárbaros, la historia universal marca un quiebre, como lo tendrán posteriormente la edad media y moderna para llegar a esta bendita contemporánea. Jugando un poco con la teoría del historiador Eric Hobsbawm, quien sostiene que la historia se debe contar por ciclos, y no por años, décadas o siglos, se puede decir que para España, 1946 es la raíz futbolística de lo que hoy se coronó con un mundial, más allá de que el fútbol de la madre patria ya existía desde principios del siglo pasado.
Desde este espacio nos hubiese gustado que los medios nacionales también se hicieran eco de la narración del colega español, perteneciente a una prensa especializada seria y que cuenta con una bibliografía deportiva extraordinaria, la más grande en cuanto a habla hispana se refiere. Ver a Iniesta en la tapa de un medio gráfico, previo al encuentro contra Argentina refiriéndose a las camisetas que les pidió el jugador Riquelme para sus hijos, fue lo más parecido a un insulto a la historia, y al presente de ambas selecciones. A la campeona del mundo por querer emparentar a Boca con España (el recuerdo xeneize por esas tierras es un 1-9 contra el Barcelona en 1984) y con la de Sergio Batista por la escasas ganas de ser parte, luego del desplante público que le hizo a Diego Armando Maradona por algún que otro consejo maternal.
Por eso, en Mundo Azulgrana decidimos dialogar con el autor de este artículo, que seguramente ya es un testimonio que pasará a manos de aquellos que quieran escribir la historia de San Lorenzo en 2108, cuando se celebre el bicentenario del Club. Fernando Carreño dialogó en radio Concepto AM 1050 y dejó varias perlitas que son orgullo para el pueblo sanlorencista.
- ¿Por qué decidió escribir lo que escribió acerca de San Lorenzo?
- Además de mi actividad diaria en el periodismo, me gusta indagar sobre la historia del deporte. No recuerdo cuando, pero llegué a descubrir la gran impresión que causó la gira del 46/47 de San Lorenzo de Almagro. Como explico en el blog causó mucha repercusión en España y fue perdurable por gente que lo vivió como técnico, jugador e inclusive como aficionado.
- Ha sido muy grato el artículo para los hinchas de San Lorenzo..
- Sí, lo hice con motivo de este España-Argentina .He querido recordarlo porque creo que es una cosa muy significativa tanto para el fútbol argentino como el español. Es justicia recordarlo, por más años que hayan pasado. San Lorenzo tuvo mucha influencia aquí.
- ¿Qué cosas puede rescatar de aquel equipo de San Lorenzo durante la gira?
- Aquel equipo enseñó aquí en España que se podía jugar de una manera distinta. Acá era un fútbol muy inglés. Dejó mucha influencia, más que acá había un período de bastante aislamiento internacional e incluso desde el poder político se decía que se tenía que jugar como la raza, con cojones y españolía, con mucha furia y balón para adelante. Pero vino aquí San Lorenzo y demostró que se podía jugar pensando, construyendo la jugada, haciendo que el balón se moviera solo.
Carreño hace referencia a la furia, ese apodo que le valió durante muchos años a la Selección de España, pero que no se asemeja al actual estilo que imponen Xavi, Iniesta y Messi, quizás los Farro, Pontoni y Martino de hoy para el fútbol mundial. “Se vio aquello, avalado por el resultado, ganándole dos partidos a la Selección Española, uno de ellos por 6 a 1, y aquí se empezó a jugar de otro modo. A partir de allí empezó la evolución. No fue continúa, pero fue el primer germen que luego fue creciendo con los años”, resalta el periodista.
“El deporte no es una cosa menos, es un componente básico de la sociedad del siglo XX y XXI. La visita de San Lorenzo se produjo en un momento que había una relación muy especial entre España y Argentina. Más allá de Perón o el régimen de Franco y su carácter siniestro, muchos abuelos españoles pudieron evitar el hambre por el apoyo que dio Argentina, que se veía como una tierra de promisión. Entonces en ese momento viene San Lorenzo y acá pensaron que se hundía el mundo, porque se decía que hasta jugando al fútbol son mejores”, contó.
- ¿Se animaría a comparar a San Lorenzo con un equipo actual más allá de la selección española?
- La admiración que causó San Lorenzo, comparándola con un equipo actual, es con el Fútbol Club Barcelona, porque une la eficacia con la belleza.
- ¿Cómo repercutió la nota en España?
- En España marca.com es la principal web de deportes, y la nota ha tenido miles de impactos, con comentarios de españoles, quienes me agradecieron que les haya contado una parte de la historia. Le agradezco mucho a toda la familia de San Lorenzo. Haciendo esta nota me di cuenta que San Lorenzo es más grande de lo que yo pensaba.
Por un momento pudimos parar la pelota. Jugamos a un toque con este periodista de un diario tan prestigioso como Marca. Pensamos, razonamos y evaluamos. Decir que llegamos a la conclusión de lo grande que es San Lorenzo estaríamos repitiendo algo ya conocido. Pero entendimos que mirar para atrás no es mirar al pasado. A veces saber de dónde venimos nos sirve para saber adónde estamos y para donde queremos ir. Y sobre todo que San Lorenzo, y una gran parte de su enorme historia, es algo más que un decorado de vitrina.
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