Ramón Díaz apostó fuerte por él. Desde que llegó le brindó confianza y respaldo. Pero también, le otorgó una enorme posbilidad y responsabilidad: la titularidad en un clásico de real valor. Y Sebatsián Balsas no lo defraudó ni tampoco al equipo. Cuando más lo necesitaba, el delantero uruguayo hizo pesar su 1'97 de altura y le dio el primer triunfo a San Lorenzo de Almagro en el Torneo Apertura (2-1).
La acción se desarrolló a los 40 minutos. Aureliano Torres ejecutó un corner desde la izquierda y el mismo charrúa exigió a Roberto Fernández, que desvió el balón sobre el travesaño. El paraguayo adoptó otra vez la ejecución desde la esquina, pero la diferencia radicó en que Sebastián Balsas ubicó su cabezazo en el ángulo superior del arquero y se largó a festejar por todo lo que significó observar el esférico besar la red. Es que los tres puntos traen consigo un impulson anímico interesante y la expectativa de escalar peldaños en la clasificación.
No fue el partido más lucido del Ciclón aunque lo jugó con la fiereza que requirió, siendo solidaro, ordenado y buscando resultar punzante cada vez que consiguió abrirse los caminos para acercarse a la valla adversaria. Llevó el trámite a su conveniencia, lo trabajó y siempre supo que el esfuerzo tiene recompensa, y recostado en la paciencia de que los partidos duran noventa minutos, espero su momento y convirtió en fiesta a Boedo.
Durante el transcurso del primer período, el Ciclón comenzó mejor y preocupó rápido, a los 3 minutos y después de un corner de Sebastián González, que peinó Guillermo Pereyra, rozando el balón el segundo palo de Roberto Fernández. Pero los dueños de casa también dispusieron de ocasiones, un cabezazo peligroso de Giovanni Moreno y jugadas de pelota parada, varias muy cerca del área, que no prosperaron. Sin embargo, el gol lo cristalizó Guillermo Pereyra cuando el cronómetro marcó los 20 minutos mediante un derechazo bajo, junto a poste izquierdo y tras una combinación entre Juan Carlos Menseguez y Diego Placente en la banda.
San Lorenzo se apoyó en la seguridad de Damián Albil, muy sólido, respondiendo de forma eficiente; en la solvencia de su expeditiva línea de tres; en un medio 'metedor' y solidario con Juan Manuel Torres y Guillermo Pereyra; sin olvidar el entusiasmo de Juan Carlos Menseguez, que siempre obligó y se destacó por su velocidad, hasta que su esfuerzo físico motivó que lo reemplazaran.
El peor momento del equipo, se produjo cuando Racing Club arribó al empate. Y eso fue a los 10 minutos de la etapa complementaria merced a un potente remate de Pablo Lugüercio, que rebotó en la base del poste derecho y se metió. Hasta allí, la formación de Ramón Díaz mantenía el trámite controlado. Después de la igualdad, le costó mucho generar y alcanzar una postura desequilibrante previo a las acciones ya referidas de Emiliano Alfaro y Sebastián Balsas.
Posterior a ello, a los 36 minutos, Emiliano Alfaro tuvo su 'face to face' con la gloria. Un contragolpe de Diego Rivero, lo dejó ante las barbas de Fernández, trasladó el esférico varios metros y a la hora de resolver, no estuvo demasiado fino y el guardameta albiceleste le impidió el grito. Hubiese encaminado la esperada sonrisa antes de tiempo. Si la picaba...
Igualmente, la aparición de Sebastián Balsas aseguró la victoria y refrescó las ilusiones de un San Lorenzo de Almagro esperanzado y dispuesto a emplearse a fondo y sin titubear, por ese sueño que sobrevuela el ambiente azulgrana y que quiere abrazar, aún sabiendo que el camino será largo, con espinas pero buenos augurios en el horizonte que persigue tozuda y de manera perseverante.
La síntesis
Racing Club: 1
San Lorenzo: 2
Estadio: Racing
Arbitro: Héctor Baldassi
Goles: 20' Pereyra (SLA), 55' Lugüercio (RC) y 85' Balsas (SLA).
Expulsados: No hubo
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